Yo soy el camino y la verdad y la vida.
El camino del Tiempo Pascual nos lleva al Quinto Domingo de Pascua que celebramos hoy. Lo hacemos en el mes de Mayo en el que, de un modo especial, tenemos presente a María nuestra madre.
Un Domingo más, las lecturas están tomadas del Evangelio se San Juan, de los Hechos de los Apóstoles y de la Primera Carta del Apóstol San Pedro. Todas ellas nos invitan a tomar conciencia del acontecimiento de la Resurrección del Señor, de las primeras decisiones que tomaron los cristianos de la primera hora, y del reto que tenemos los cristianos del siglo veintiuno para continuar la misión de la Evangelización iniciada por Jesucristo.
En el Evangelio junto con la confortante petición de Jesús a los suyos, antes de su pasión: “no perdáis la calma”; una nueva expresión que revela su identidad más profunda: “Yo soy el camino y la verdad y la vida”. En el Evangelio de San Juan, Jesús va revelando progresivamente su identidad mediante imágenes, figuras, que su auditorio podía comprender plenamente. Jesús es el camino, el pueblo de Israel que había caminado durante siglos de historia, siguiendo la voluntad de Dios, puede comprender ahora que Jesucristo es meta y camino para llegar al Padre, porque creer en Él implica creer, ver y confiar en el Padre Dios. Jesús es además verdad, la verdad desde la que tienen sentido el resto de verdades personales, comunitarias e históricas. Finalmente, Jesús es la vida, en múltiples ocasiones afirma el cuarto Evangelio que la fe ha de llevar a la vida, vida en plenitud, vida eterna; quien se ha encontrado con Jesús, ha hecho experiencia ce Él y con Él, transforma su vida, tiene otra dimensión.
Si a la petición de Tomás, Jesús responde con esta revelación; a la de Felipe, responde con la manifestación del rostro del Padre. Hasta en más de cien ocasiones aparece este sustantivo referido a Dios en el Evangelio de San Juan. Jesús revela al Padre Dios. Quien le ve a Él ve al Padre. Jesús tiene su origen y su meta, su final, en el Padre. Las obras que realiza, las palabras que pronuncia son las que el Padre le sugiere en todo momento. Encontrarse con Jesucristo es encontrarse con Dios mismo.
Los Hechos de los Apóstoles relatan hoy un momento decisivo en la vida de la primera comunidad. Las dificultades de la evangelización entre los cristianos procedentes del judaísmo y los procedentes de la diáspora (helenistas o de lengua griega), hacen que los apóstoles tomen la decisión de nombrar a siete encargados de la administración y la atención a los pobres, a las viudas. Comienza una diversificación ministerial: los apóstoles para la oración y el servicio de la palabra; los siete “diáconos” para lo demás. Se nombran a los siete elegidos a los que se les impone las manos orando. Sólo de Esteban se dice que estaba lleno de fe y de Espíritu Santo.
Las dos claves siguen siendo importantes hoy, ante las nuevas necesidades y retos que el mundo y la cultura plantean hoy, la Iglesia ha de responder con decisión, desde la oración y la presencia del Espíritu. Sabiendo que siempre, Jesucristo es la piedra angular, la roca firme que sostiene todo.
Luis Gurucharri Amóstegui