Hoy ha sido la salvación de esta casa.
Como cada domingo la Liturgia de la Palabra supone un verdadero regalo para nuestra meditación y reflexión. Tres lecturas y un Salmo que quieren transmitirnos un mensaje claro de Dios.
En el Libro de la Sabiduría encontramos este texto en el que el autor sugiere un diálogo entre la sabiduría y Dios. La sabiduría reconoce la obra creada por Dios, el mundo es como grano de arena, como gota de rocío ante el Señor. Pero lo que hace a Dios ser más Dios en su relación con el mundo y los hombres es la compasión. “Cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan”. Todo existe por puro amor de Dios. Dios perdona, es amigo de la vida, y recuerda el pecado y reprende a los suyos para que se conviertan y crean en Él. Este Dios amigo de la vida es el que quiere lo mejor para los suyos, y lo mejor es abrirnos a esa misericordia y compasión. Dios también nos corrige y quiere nuestra conversión, que vuelva nuestra mente y nuestro corazón a Él mismo.
Lo que anuncia la primera lectura, Jesús lo lleva a pleno cumplimiento en su encuentro con Zaqueo. Este vivía en Jericó, ciudad cercana a Jerusalén. Era jefe de publicanos y rico, es decir, doblemente pecador por aprovecharse de su condición para enriquecerse a costa de los demás. Además era bajo de estatura. No es frecuente que los evangelistas reparen en estos datos, por ello es significativo. Quizás nos quiera dar a entender que Zaqueo, por su pecado, no tenía la condición y la dignidad de persona. Pero lo más importante es que quería ver a Jesús. Y es Jesús quien toma la iniciativa de proponerle “hoy” alojarse en su casa. Jesús rompe todos los convencionalismos, a un impuro que tocaba y robaba dinero, quiere visitarlo para ofrecerle un cambio de vida. Jesús acude a su casa, es recibido con gran alegría por parte de Zaqueo y acusado por las murmuraciones de quienes no entendían que el maestro entrase en casa de un pecador. Zaqueo al encontrarse con Jesús cambia de vida y lo notarán aquellos a quienes había robado: la mitad de sus bienes los devolverá a los pobres y de los que se haya aprovechado les restituirá cuatro veces más. El cambio ha sido radical y concreto. Jesús afirmará “hoy” ha sido la salvación de esta casa. La salvación de Jesús está vinculada al cambio de vida, a la transformación de la mente y el corazón.
“El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Así acaba el evangelio. También “hoy” quiere acercarse a tu casa, a mi casa y ofrecernos un cambio de vida. Encontrarnos con Jesucristo nos lleva a vivir arrepentidos, acogernos a la misericordia de Dios, y que esta transformación la noten los demás. La salvación no termina entre el Señor y yo, sino en el bienestar y felicidad con los hermanos.
Luis Gurucharri Amóstegui