Epifanía, fiesta de Reyes.
La penúltima fiesta del ciclo de Navidad es la Epifanía. La manifestación del Niño Dios nacido en Belén a todos los pueblos de la tierra. Jesús nace para todos. El nombre popular de esta fecha es día de Reyes, porque junto con los pastores, los ángeles, María y José, también unos magos-reyes se acercaron a adorar al niño Jesús guiados por una estrella.
Hoy contemplamos el misterio de la Navidad, la encarnación del Hijo de Dios desde los magos de oriente que simbolizan a todos los pueblos y culturas de la tierra. Dice el papa en su libro sobre la infancia de Jesús que estos tres personajes representan a todos los hombres y mujeres, de todos los tiempos y lugares del mundo que han emprendido o están en camino de búsqueda hacia el Señor. Muchos están recorriendo este camino sin saberlo, sin ser conscientes de ello. Por eso hay que orientar su caminar, su búsqueda en la dirección que señala la estrella.
El evangelio de hoy de Mateo es reflejo de lo que ocurre en nuestros días. Dios nace entre nosotros y muchos “herodes” pretenden ocultar, impedir, enturbiar ese acontecimiento. Pero también existen muchos “magos” de todos los continentes y culturas que quieren acercarse a Jesús para llenarse de su luz y comunicarla a tantas personas que viven en tiniebla.
Los magos ofrecieron a Jesús oro, incienso y mirra. El oro que indicaba su realeza; el incienso su divinidad; la mirra su humanidad, apunta además el final de Jesús, su muerte y resurrección. Pero sobre todo le ofrecieron su adoración, “cayendo de rodillas lo adoraron”. Esta es la mejor ofrenda, el mejor regalo que podemos hacer al Mesías. Pasamos del silencio contemplativo de María, el pasado día uno. A la adoración, esto es reconocer que en Jesús encontramos la salvación ofrecida por Dios a toda la humanidad. Adoración es quedarnos sin palabras ante tan sorprendente Misterio, Dios hecho hombre, encarnado, nos postramos reverencialmente para acoger esta presencia del Señor.
Este es el reglo que Dios nos hace, su Hijo. Nos lo sigue regalando en cada celebración , en su Palabra, en cada familia y comunidad cristiana. Esta es la verdadera “magia” de Dios, entregarnos a su Hijo para mostrarnos el camino, el único que nos ofrece dicha y felicidad.
En medio del gozo, del alboroto de los niños con sus regalos, encontremos un tiempo de adoración al Señor. Y expliquemos a los niños y jóvenes que nuestros regalos son expresión del gran regalo gratuito que Dios nos hace en Jesús.
Luis Gurucharri Amóstegui