Que los escuchen.
Esta expresión es la que Abrahán dirige al rico de la parábola, en el Evangelio de hoy, para evitar que sus hermanos terminen en el infierno, la falta más absoluta de amor. Escuchar a Moisés y los profetas, es el resumen de la actitud de quien escucha a Dios que se ha manifestado y revelado en la torá, en la ley y en la literatura profética. Una vez más la clave esta en escuchar.
En este domingo vigesimosexto del tiempo ordinario seguimos acogiendo la profecía de Amós en la primera lectura. Una profecía que denuncia con el género literario del ¡ay!, una invectiva o imprecación para desenmascarar a los que viven en la permanente injusticia. Los que viven en lujo a costa de exprimir al pobre, olvidando que el pueblo de Israel había sido liberado por el Señor. Los poderosos que se cuidan a sí mismos, sin proteger, ni defender a los pobres y necesitados.
En el Evangelio, Jesús dirige la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro a los fariseos. Una vez más, un relato en el que se contraponen dos formas de ser, de vivir, de entender las relaciones con Dios y los hermanos. La parábola no pretende profundizar en el tema de la vida más allá de la vida, aún no existía la idea de resurrección tal como la comprendemos los cristianos. Para los judíos estaba el mundo de los ángeles, el seno de Abrahán, y el sheol, el abismo con los tormentos del fuego. El relato insiste en la repercusión, en la consecuencia de una vida en la otra. Es decir, según has vivido la vida terrena, así será la prolongación de esa vida. El rico insensible e insolidario fue al sheol, el mendigo Lázaro es llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Es en esa dramática situación final y definitiva, cuando el rico quiere evitar el tormento a sus cinco hermanos que podían ser y actuar como él. La solución, la respuesta adecuada: escuchar a Moisés y a los profetas. La clave de corregir, mejorar la vida está en la escucha de la ley y los profetas. Por encima, incluso, de la resurrección de un muerto.
La parábola quiere ser un toque de atención para todos nosotros. La vida más allá de la vida será la prolongación de nuestra vida aquí, tras el juicio de misericordia de Dios. Nos examinarán en el amor concreto, real, al hermano, al necesitado. Por eso es fundamental que escuchemos la Palabra con mayúscula, a Jesucristo. Nosotros no sólo contamos con Moisés y los profetas, sino que tenemos el Evangelio, la Buena Noticia donde Jesús nos dice cada domingo, cada día, cómo orientar y conducir nuestra vida. Pero hemos de escucharla, no sólo oírla. Acogerla, profundizarla, meditarla, aplicarla a mi vida personal y comunitaria. Esa palabra nunca puede justificar la injusticia e insolidaridad.
La carta a Timoteo nos proporciona un buen elenco de virtudes a practicar en la vida cristiana. La fe como combate, esfuerzo, dedicación, no demos por supuesta la fe. Hay que alimentarla cada día. Y además, la justicia, la piedad, el amor, la paciencia. Tenemos materia de reflexión teórica y práctica para la semana.
Luis Gurucharri Amóstegui