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Domingo, 7 de julio de 2013

Primera lectura

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 66, 10-14c

Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apurareis las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor:

-- Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevaran en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo (en Jerusalén seréis consolados) Al verlo se alegrará vuestro corazón y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos.

Palabra de Dios


 
Segunda lectura

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS GÁLATAS 6, 14-18

Hermanos:

Dios me libre de gloriarme si no es la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre Israel. En adelante, que nadie venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos, Amén.

Palabra de Dios


 
Evangelio

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 1-12.17-20

En aquel tiempo designó el Señor a otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares donde pensaba ir él. Y les decía:

-- La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no es detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en casa, decid primero: "Paz a este casa" Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que hay, y decid: "está cerca de vosotros el Reino de Dios". Cuando entréis en un pueblo y no es reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos sacudimos sobre vosotros". "De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios". Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para aquel pueblo."

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

-- Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

Él les contestó:

-- Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os sometan los espíritus; estad alegres, porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

Palabra del Señor


 
Comentarios

¡Poneos en camino!.

 

         En pleno verano, ya en este decimocuarto domingo del tiempo ordinario, escuchamos esta invitación con cierto aire de exigencia que Jesús pide en el Evangelio. Tras las llamadas del domingo pasado, escuchamos este envío que Jesús realiza a aquellos que comparten con él una misma misión. En la vida cristiana vocación y misión van inevitablemente unidas. Somos llamados para participar, realizar una misión concreta, que no es otra que la misma de Jesús: anunciar la Buena Noticia de que su reino ya ha comenzado.

         Jesús comienza diciendo a los que envía que la mies es abundante y lo obreros pocos. El trabajo de la evangelización es abundante, hay tantos lugares, espacios donde hacer resonar el Evangelio. Muchas personas que necesitan iluminar su vida con la luz de la fe. Y los trabajadores no siempre somos suficientes. Hay una tremenda desproporción entre la tarea a realizar y los trabajadores que han de llevarla a cabo. Siempre son necesarias en la Iglesia vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, misioneros y misioneras, jóvenes y matrimonios cristianos que evangelicen en sus propios ámbitos de vida. Necesitamos rezar por las vocaciones, por todas las vocaciones específicas en la Iglesia.

         Jesús quiere que la evangelización tenga cierto dinamismo, sentados y de brazos cruzados difícílmente podremos realizar la tarea encomendada. Tampoco con un activismo frenético. Hay que combinar, compaginar armónicamente oración y acción. Sobre todo porque Jesús señala, ya entonces, las dificultades: en medio de lobos, si no os reciben,... Dificultades que en los tiempos que nos toca vivir, en cierto sentido, se han incrementado. Como siempre la tarea evangelizadora es cuestión de anuncio directo con palabras, pero también con obras, con gestos de sanación, de liberación. Las palabras: paz a esta casa, esta cerca de vosotros el reino de Dios. Los gestos: comed y bebed lo que tengan, curad enfermos, someted demonios. Y todo ello con la consigna de la gratuidad: no llevéis talega, ni alforja, ni sandalias,... El anuncio del Evangelio ha de ser directo, sin quedarse en los medios, las metodologías, sabiendo que quienes acepten el encuentro con Jesucristo lo han de hacer mediante nuestro testimonio directo. Nosotros no somos los protagonistas, es el Señor. Además el premio es que quienes se conviertan tendrán sus nombres inscritos en el cielo. El nombre bíblicamente hablando es la expresión de la identidad más profunda. Si están inscritos en el cielo, quiere decir que están en el corazón y la presencia de Dios.

         Esta semana se ha publicado la Encíclica Lumen fidei, comenzada por Benedicto XVI y terminada por el papa Francisco. Culmina las encíclicas sobre las virtudes teologales que escribió el papa anterior sobre la caridad y la esperanza. En este año de la fe nos regalan un texto precioso sobre la fe. Se nos invita a que la fe recupere su dimensión de poner claridad y luz en las oscuridades e incertidumbres personales, comunitarias, eclesiales y de todo el mundo. Que la fe en Dios y la fe de Dios en los hombres estimule la tarea evangelizadora que la Iglesia debe realizar a lo largo de la historia. Nosotros en el momento actual que nos toca vivir.

 

                                               Luis Gurucharri Amóstegui


 
Leyenda



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