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Domingo, 11 de mayo de 2014

Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,14a.36-41):

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: «Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.»
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?» 
Pedro les contestó: «Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos.» 
Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: «Escapad de esta generación perversa.» 
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

 
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (2,20-25):

Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muerto al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.

 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» 
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. 
Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

 
Comentarios

El Señor es mi pastor.

 

 

         Este versículo del Salmo 22 define sencilla y profundamente el contenido y el mensaje de este Cuarto Domingo de Pascua. Es el Domingo del Buen Pastor, en el que la Iglesia celebra la Jornada de Oración por las vocaciones. A Jesucristo, Buen Pastor, le pedimos que suscite en nuestras comunidades cristianas pastores, sacerdotes y consagrados que acompañen con su testimonio al Pueblo de Dios.

         En el Evangelio de San Juan en el capítulo diez, aparece esta imagen bíblica de enorme trascendencia: Jesús es además de buen pastor, la puerta por la que acceder a la salvación y a la vida eterna. Jesús como buen pastor conoce a sus ovejas, a cada una por su nombre, y estas ovejas conocen y atienden la voz de su pastor. Es fundamental escuchar y conocer la voz del pastor, del maestro. No nos hemos de cansar nunca de leer, escuchar la Palabra de Dios. Que ella forme en nosotros una especie de música de fondo donde podamos situar el Mensaje del Señor para cada uno de nosotros. El buen pastor camina delante y sabe el nombre de sus ovejas. Jesús va delante, nos guía, no hay nada que temer; y además, nos llama por nuestro nombre, cada uno somos especiales, únicos para Él.

         Jesús es también la puerta abierta a la salvación y a la vida plena. Sólo si pasamos por Él, nos encontramos con Él, hacemos experiencia de encuentro con Él podemos acceder a la vida. Una vida que se prolonga en el tiempo hasta la eternidad, en el sentido, hasta la plenitud.

         La primera lectura está tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, del discurso de Pedro el día de Pentecostés. A la pregunta que le formulan los destinatarios de su discurso: “¿qué tenemos que hacer?”. La respuesta es clara: “convertíos y bautizaos”. La conversión es la actitud permanente para el discípulo de Jesús; el bautismo es el comienzo de una vida nueva que continuamente tiene que ser renovada.

         Desde entonces la Iglesia continua con la misma misión de Pedro y los apóstoles: anunciar la muerte y resurrección de Jesucristo como el acontecimiento que ha cambiado la historia de la humanidad, y la de miles y miles de personas que se dejan seducir por el Buen Pastor. Jesucristo comenzó su predicación invitando a la conversión para creer en el reino de Dios. Los apóstoles anuncian la conversión a Jesucristo mediante el sacramento del bautismo. La Iglesia del siglo veintiuno lleva adelante la misma misión, el mismo evangelio de Jesucristo y los apóstoles. Son muchas las personas necesitadas de un encuentro cara a cara con el Señor. Que nuestro testimonio personal y comunitario favorezca dicho encuentro.

         Pidamos hoy con insistencia por las vocaciones en nuestra Iglesia.

 

 

 

                                                        Luis Gurucharri Amóstegui


 
Leyenda



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