El Bautismo del Señor
Concluye el ciclo de Navidad con la fiesta del Bautismo del Señor. Pasamos del Jesús niño y adolescente de las fiestas de Santa María Madre de Dios y de la Epifanía, a un Jesús adulto que, como uno más, se pone en la fila de los que eran bautizados por Juan Bautista. Un nuevo aspecto del mismo y único Misterio de la Encarnación del Señor. Jesús asume plenamente nuestra naturaleza, nuestra condición de hombre. Siendo Hijo de Dios, por la encarnación, comienza su vida pública como un hombre más, pidiendo el Bautismo al precursor Juan Bautista.
Como en el Adviento, vuelve el protagonismo del Profeta Isaías en la primera lectura y de Juan Bautista, junto con Jesús, en el evangelio. Escuchamos el primer cántico del Siervo de Yahvé, Isaías nos relata cómo el Señor mismo presenta a ese Siervo y la misión que realizará. Será alguien elegido por Dios, que poseerá el Espíritu y realizará su misión de modo pacífico, sin gritar. Esa misión será, sobre todo, traer el derecho, la justicia, ser luz, establecer y mantener la alianza definitiva entre Dios y su pueblo. El título de Siervo del Señor encaja perfectamente con la identidad y misión de Jesús.
El evangelio de Lucas nos cuenta el bautismo de Jesús. En un bautismo general de Juan Bautista, Jesús se acerca. Juan anuncia que el bautismo de Jesús será no de conversión sin más, no sólo un rito purificador, sino un bautismo en Espíritu Santo y fuego. Se produce una teofanía mientras Jesús oraba. El evangelista Lucas destaca siempre este aspecto orante de Jesús. En la teofanía o manifestación de Dios, el Padre que habla, el Espíritu Santo en forma de paloma y el Hijo que es llamado amado y predilecto por el Señor. Jesús además de ser Siervo del Señor, es su Hijo, un nuevo título cristológico que señala al identidad de Jesús en relación a su Padre Dios.
La lectura de los Hechos de los Apóstoles recoge un discurso de Pedro. En él se refiere a Jesús como el Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo. Un nuevo título, Jesús es Ungido, untado, elegido por medio del Espíritu. Para hacer el bien y curar todo mal
En este día en que celebramos la presentación de Jesús al comienzo de su vida pública, la Palabra de Dios nos revela su identidad cómo Siervo, Hijo y Ungido. El día del Bautismo del Señor revivamos nuestro bautismo. Agradezcamos al Señor el don que nos ha hecho al recibirlo. Con él comenzó nuestra vida de fe y de pertenencia a la Iglesia. Como Jesús, también hemos recibido el Espíritu, hemos sido ungidos, somos hijos en el Hijo para vivir como Siervos, esto es trabajar por el derecho, la justicia y la paz que Dios quiere en nuestro mundo.
Luis Gurucharri Amóstegui