Año Nuevo
Sí, los cristianos comenzamos un año litúrgico nuevo este domingo. El sábado uno de Diciembre y el domingo día dos comienza el tiempo del Adviento. El domingo pasado concluía el año litúrgico anterior con la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Jesucristo ha sido el centro de todas las celebraciones, el origen y meta de todo, de las vivencias personales de nuestra fe, de las celebraciones comunitarias de nuestras parroquias, etc.
Entre la venida histórica de Jesús que anunciaron los profetas, y la segunda venida del Hijo del Hombre que anuncia Jesucristo en los evangelios, y que tendrá lugar al final de los tiempos, se sitúa la celebración anual del calendario cristiano que comienza con el tiempo del Adviento. Durante cuatro domingos, con sus semanas, nos iremos preparando para la llegada del Mesías, del Salvador, en la Navidad. La Iglesia con su pedagogía, quiere que vayamos haciendo experiencia de las mismas actitudes de quienes esperaron históricamente al Mesías. Estar despiertos, atentos, esperanzados, alegres. El color morado de la liturgia de estos días que nos habla de preparación, de conversión ante la llegada del Señor. La corona de Adviento que nos irá encaminando con sus velas y luces hacia la Luz misma que es Jesús. Y lo más importante los personajes de la Palabra de Dios que nos ayudan a realizar la preparación interior, personal y comunitaria. Este año los profetas Jeremías, Baruc, Sofonías, Miqueas; el precursor Juan Bautista, y especialmente María con la fiesta de la Inmaculada.
Hemos de vivir con gozo, de cuidar la oración, la escucha atenta de la Palabra para que vivamos un Adviento nuevo que nos conduzca al encuentro con el Salvador. Este primer domingo de adviento nos trae en la primera lectura un oráculo de salvación del profeta Jeremías, dirigido a la casa de Israel y casa de Judá. El Señor cumplirá las promesas que hizo de suscitar un vástago de justicia. El nacimiento de un Mesías que viene a salvar.
El evangelio nos habla de que ante la venida de Jesús nuestro Señor, hemos de estar preparados convenientemente. Lo subraya con esta expresión “levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”. La actitud y posición erguida indica la expectación ante el que viene. La cabeza levantada para otear y estar atentos, para discernir la personalidad de quien es esperado, sin atender a falsos profetas o mesías. La liberación que nos trae es de verdad. Aquí podemos centrar nuestra reflexión más personal, ¿de qué necesito ser liberado? ¿qué me ata o esclaviza? ¿qué impide que espere con ganas al Señor que llega?. Los tiempos que corren son propicios para el desaliento, el desánimo, parece que nada o muy poco tienen solución en la vida. La Palabra de Dios nos invita a reflexionar, a rezar, a descubrir la liberación que sólo el Señor nos puede traer.
Luis Gurucharri Amostegui