Viene en persona, ... y os salvará.
Llegamos al tercer Domnigo en el camino del Adviento. Conocido como “gaudete”, gozaos, alegraos, actitud en la que insiste especialmente el profeta Isaías. El motivo del gozo, la actitud profunda de verdadera alegría, no es otra que la llegada, la venida en persona del mismo Dios que trae la salvación.
En nuestros días es complicado, para algunos colectivos y grupos de personas, descubrir la necesidad que tenemos de ser salvados. Cuando nuestros niños, adolescentes y jóvenes lo tienen todo, han crecido con todo lo que han necesitado o deseado al alcance de la mano, en muchas ocasiones super-protegidos, no sienten la necesidad de ser salvados, ¿de qué?, ¿por quién?, ¿para qué?. También ocurre con otros colectivos o personas individuales que encuentran la salvación en ideologías, en la tecnología, en los nuevos medios de comunicación y redes sociales, etc. Sin embargo, sólo el Señor, el Mesías que viene nos regala y ofrece una salvación integral, una liberación profunda de nuestros miedos y esclavitudes, de nuestras faltas y pecados.
Isaías en su profecía, con imágenes bellísimas, nos adelanta la transformación radical que supuso la llegada de Jesucristo. Transformación personal, para todo el pueblo e incluso para la naturaleza. El Señor es capaz de cambiar y mejorar todo, y ello es motivo de profunda alegría.
En el Evangelio emerge, en este domingo, la figura de Juan Bautista, el precursor. El mayor de los profetas del Antiguo Testamento, y el que antecede al Mesías Señor. Por eso el relato evangélico nos muestra a un Juan Bautista preso en la cárcel con la inquietud de saber si realmente Jesús era el Mesías esperado. La respuesta de Jesús a los discípulos del Bautista no deja lugar a dudas. Jesús lleva a cumplimiento, con creces, lo anunciado por los profetas, especialmente Isaías: “los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio”. Este cumplimiento no es teórico, lo pueden ver y oír. El criterio de autenticidad de que Jesús es el Mesías, es que sus obras dan razón a la sabiduría de Dios. Una vez más, Jesús apela a las obras, a la coherencia de su vida, para autentificar su misión.
Además Jesús subraya la tarea del Bautista, es más que profeta, es el mensajero que prepara el camino al Señor, el más grande nacido de mujer. Pese a todo, quienes hemos conocido al Señor, hemos sido bautizados y construimos su reino, somos mayores que todos los que le han precedido. Vivamos con responsabilidad este don y esta gracia.
Finalmente la lectura del apóstol santiago nos invita a la paciencia. El apóstol la pide para quienes creían en la inminente llegada del Señor. Nosotros la unimos a la esperanza y a la alegría. Con paciencia, sin precipitaciones, haciendo lo que tenemos que hacer, viviendo como tenemos que vivir, esperemos con gozo la llegada del Salvador. Viene a mi vida, a nuestra comunidad, a nuestra historia, dejemos que todo lo transforme.
Luis Gurucharri Amóstegui