Estad siempre alegres en el Señor
El tercer domingo de adviento está marcado por la alegría, el gozo pleno; y por la invitación a seguir el camino de la conversión iniciado mediante la solidaridad y la justicia. Este domingo es conocido como domingo de gaudete, del gozo al que nos invitan las dos primeras lecturas. También el color litúrgico puede ser el rosado, indicando una pausa en el rigor de la conversión que expresa el morado.
Continuamos con el personaje central de Juan Bautista que concreta mucho más en qué hemos de preparar el camino, qué hemos de hacer para esperar la venida del Salvador. Además un nuevo profeta, Sofonías que profetiza en tiempos del rey Josías, en el siglo VII y VI antes de Cristo. El profeta invita a Jerusalén a que se alegre y goce porque “el Señor será el rey de Israel”. Se multiplican los sinónimos en los que se anima al gozo, a la verdadera alegría, el Señor intervendrá definitivamente en la historia. El Señor se goza y ama a Jerusalén como si fuera una doncella. Figura e imagen de María que llevará adelante el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Ella también recibirá el saludo del ángel “alégrate...”.
En otro contexto muy diferente, varios siglos más tarde, también Pablo pide a los Filipenses que estén alegres en el Señor. La alegría de este tiempo y en este domingo nada tiene que ver con la carcajada, la risa fácil, sino con el gozo profundo de saber que el Señor está cerca. Él no nos abandona, una vez más se hace el encontradizo, viene a nuestro encuentro y todo puede cambiar.
El evangelio quiere ayudarnos a concretar la invitación del domingo pasado para preparar el camino. A Juan Bautista le preguntaron la gente, los publicanos y los militares “¿qué hacemos nosotros?”. La conversión anunciada por el Bautista tiene necesariamente una dimensión ética. No basta con saber, con decir, es necesario hacer. También en nuestro camino de adviento nuestra preparación personal y comunitaria pasa por hacer algo. Las respuestas de Juan Bautista pueden servirnos hoy, son de tremenda actualidad. En el momento social que vivimos es necesario “compartir túnicas y comida”; no abusar, ni engañar, no robar “no exigir más de lo establecido”; no aprovecharse de nadie, etc. Cada día conocemos situaciones familiares y sociales más dramáticas, personas sin trabajo, familias desasistidas, mayores y enfermos desprotegidos,...todo ello requiere un compromiso decidido y firme de los cristianos. No podemos quedarnos de brazos cruzados. La Palabra de Dios nos empuja a hacer cuanto podamos y esté en nuestra mano. También adviento es tiempo de solidaridad, de compromiso, de justicia social.
Dos dimensiones de nuestra fe y de nuestra esperanza que se complementan: Gozo en el Señor, porque Él viene, ya está cerca. Compromiso con quienes peor están y lo pasan mal, para manifestar que el Señor nos invita a transformar aquello que no se ajusta a su plan de salvación.
Luis Gurucharri Amóstegui