El cine nos puede provocar cantidad de reacciones y sentimientos; podemos reírnos, llorar , sufrir o simplemente pasar el rato. Pero también puede hacernos rezar y preguntarnos por el  sentido de nuestra vida. Este es el caso de la película que comentamos hoy. “De dioses y hombres”, del director francés Xavier Beauvois, estrenada en España en Enero de 2011 y galardonada con varios premios. 

Estamos en las montañas del norte de Argelia, en un monasterio cisterciense ocupado por varios monjes franceses, que viven en armonía con el poblado musulmán de los alrededores, atendiendo a su población en un destartalado y escasamente dotado dispensario médico. Son los años en los que los islamistas radicales asesinaban a todos los extranjeros que podían, además de a sus compatriotas considerados como musulmanes tibios. Se plantean los monjes la oportunidad de irse a lugar más seguro o quedarse. Al final deciden permanecer junto a aquellos con quienes conviven y ayudan, aun sabiendo el riesgo que ello supone. En efecto, tras ser secuestrados por un grupo radical islámico, fueron asesinados en el año 1996.

Estamos ante una película inigualable e imprescindible, con unas imágenes bellísimas, especialmente cuando acompañamos a los monjes en su oración, en un marco de austeridad y pobreza evangélica, que refleja a la perfección la espiritualidad cisterciense. Parece que en cualquier momento va a aparecer San Bernardo de Claraval. El director nos va presentando a los monjes de la comunidad, y la diferente personalidad de cada uno, sus miedos y vacilaciones, sus relaciones de amistad y auténtica convivencia con la población musulmana del lugar, la atención a los enfermos en su dispensario; todo ello acompañado por  imágenes que parecen cuadros pintados. La interpretación de los actores es simplemente magistral, sin concesiones al sentimentalismo, y la ultima cena con música de Tschaikowsky  ( El Lago de los Cisnes) memorable.

Plantea la película infinidad de temas secundarios, que no podemos ni siquiera esbozar. La mejor crítica de la película es verla con los ojos y los oídos bien abiertos. Ahora que ya está disponible en DVD tenemos la ventaja de poderla ver subtitulada . No se pierdan las oraciones en francés, preciosas, los cantos gregorianos de los monjes y la Luz que se filtra a través de las vidrieras y del rostro de los monjes. No nos sorprende que haya sido un éxito absoluto de espectadores y taquilla. En un mundo donde el ruido accesorio ahoga nuestras esperanzas de eternidad, este tipo de películas nos devuelven a lo que de verdad importa y nos hacen comprender la alegría del cristianismo.

El final de la película, en medio de un paisaje nevado, es sencillamente magistral, de lo mejor que hemos visto en años. Tristeza y alegría. Muerte y esperanza. Amor y Fe. Este es el mensaje de esta película que todos deberíamos ver.