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Dios en la literatura

André Frossard
Portada edición española

“¡Dios mío! Entro en tus iglesias desiertas, veo a lo lejos vacilar en la penumbra la lamparilla roja de tus sagrarios y recuerdo mi alegría. ¡Cómo podría olvidarlo! ¿Cómo echar en olvido el día en que se ha descubierto el amor desconocido por el que se ama y se respira; donde se ha aprendido que el hombre no está solo, que una invisible presencia le atraviesa, le rodea y le espera: que, más allá de los sentidos y de la imaginación, existe otro mundo, al lado del cual el universo material, por hermoso que sea, no es más que vapor incierto y reflejo lejano de la belleza de quien lo ha creado?. (¿Hay otro mundo?, Introducción.)”.

Con estas palabras, esta semana traemos a este espacio de reflexión un clásico del siglo XX,  al pensador francés, André Frossard, nacido en  Colombier-Châtelot , el 14 de Enero de 1915, y que ha sido una de las conversiones al catolicismo más espectaculares. Todo en la vida de Frossard estaba en contra de cualquier manifestación religiosa. Hijo  de padres ateos, su padre fue secretario general del partido comunista francés, creció el niño André en el típico ambiente de izquierda, con la certeza de que Dios no existía, sin ni siquiera ese matiz anticlerical que ha caracterizado a la izquierda europea. Por otra parte, tampoco la sociedad de su tiempo, los cristianos de su tiempo, iban en la dirección que luego el fue “obligado a tomar”. En sus propias palabras “Me he convertido, más valdría decir “yo he sido convertido”, al cristianismo en ese momento casi imperceptible de la historia en que los cristianos comenzaban a convertirse al mundo; y he roto con el ambiente marxista de mi infancia, justamente a tiempo para oír a los religiosos hablarme de Karl Marx. Nuestros caminos discurrían en sentido inverso. Se sorprendían de que yo hubiera abandonado tan cómodamente un sistema completamente nuevo y su material científico, por creencias de dos mil años de edad, que ellos se preparaban a poner en tela de juicio unas tras otras” (¿Hay otro mundo? Ediciones Rialp, pág. 79).

Su conversión al catolicismo a los veinte años fue repentina, brutal, como un nuevo camino de Damasco del siglo XX, que transformó totalmente y para siempre la vida de este prolífico pensador, escritor de miles de artículos de prensa y que fue miembro de la Academia Francesa.

En su libro quizá más conocido, “Dios existe, yo me lo encontré” (Ediciones Rialp). Frossard nos narra cómo encontró a Dios, en una pequeña capilla de París. Era el 8 de julio de 1935 Entró a una capilla, donde había Exposición del Santísimo Sacramento, a buscar a su amigo Willemin, pues le parecía que tardaba demasiado. Así lo cuenta él mismo:  

“El fondo de la capilla está vivamente iluminado. Sobre el altar mayor, revestido de blanco, hay un gran aparato de plantas, candelabros y adornos. Todo está dominado por una gran cruz de metal labrado, que lleva en el centro un disco de un blanco mate (la custodia). Ya he entrado en iglesias, por amor al arte, pero nunca he visto una custodia e ignoro que estoy ante el Santísimo Sacramento... Mi mirada pasa de la sombra a la luz, va de los fieles a las religiosas inmóviles, de las religiosas al altar. Luego ignoro por qué, se fija en el segundo cirio que arde a la izquierda de la cruz. Entonces, se desencadena bruscamente la serie de prodigios, cuya inexorable violencia va a desmantelar en un instante el ser absurdo que soy y va a traer al mundo, deslumbrado, al niño que jamás he sido... No digo que el cielo se abre; no se abre, se eleva, se alza de pronto en fulguración silenciosa... Es un cristal indestructible, de una transparencia infinita,  de una luminosidad casi insostenible (un grado más me aniquilaría), un mundo distinto, de un resplandor y de una densidad que despiden al nuestro a las sombras frágiles de los sueños incompletos. Él es la realidad, él es la verdad, la veo desde la rivera oscura donde aún estoy retenido. Hay un orden en el universo y en su vértice, más allá de este velo de bruma resplandeciente, la evidencia de Dios; la evidencia hecha presencia y la evidencia hecha persona de aquel mismo a quien yo habría negado un momento antes y que es dulce, con una dulzura no semejante a ninguna otra”. “Habiendo entrado, a las cinco y diez de la tarde en una capilla del barrio latino de París en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra. Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, volví a salir algunos minutos más tarde, católico, apostólico, romano, llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable. Al entrar tenía veinte años. Al salir era un niño listo para el bautismo”.

“Al salir de la capilla de la calle Ulm, sabía cuatro cosas, o mejor dicho, veía cuatro cosas evidentes que todavía me asombran: hay otro mundo; Dios es una persona; estamos salvados y, paradójicamente, estamos por salvar; la Iglesia (católica) es de institución divina… Esta sensación de connivencia entre la Iglesia y lo divino ha sido tan fuerte, que siempre me retuvo, no de evaluar los errores cometidos en cada siglo por la gente de Iglesia, sino de tomar la parte por el todo… Su santidad invisible me impresiona, sus debilidades e imperfecciones de aquí abajo me tranquilizan, y me la hacen más próxima. Sucede que tampoco yo soy perfecto”.

André Frossard, tras una vida intensa tanto en lo creativo como en las vicisitudes personales (estuvo preso durante la II Guerra Mundial acusado de ser judío) murió en Versalles el 2 de Febrero de 1995. Ha sido amigo de dos Papas Pablo VI y Juan Pablo II.

Bibliografía:

“Defensa del Papa”. Ediciones Encuentro.

“Dios existe, yo me lo encontré”. Ediciones Rialp.

“El mundo de Juan Pablo II”. Ediciones Rialp.

“¿Hay otro mundo?”. Ediciones Rialp.


COMENTARIOS
1 comentario
#1 Liduvina 14/04/2012 21:52:50 h
Excelente y profundo párrafo de introducción del libro "Hay otro mundo" del pensador A. Frossard.Es cierto no hay más que abandonarse en el silencio de su presencia Contemplándole y dejar que El hable y esperar....
Sigan Vds, así, hasta ahora excelentes recomendaciones. Animo y adelante.




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