Con motivo de los atentados de Paris, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, se preguntó dónde estaba Dios en esos momentos cuando las víctimas lo necesitaban. Él vivió con su esposa cinco años en la capital francesa.
Nelson Mandela, que conocía la cruedad humana de primera mano, escribió: Siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su procedencia o su religión. El odio se aprende y, si es posible aprender a odiar, es posible aprender a amar, ya que el amor surge en el corazón del hombre con mayor naturalidad que el odio… La bondad del hombre es una llama que puede quedar oculta, pero nunca se extingue.
Desde luego, estoy de acuerdo con esto pero, en ocasiones, ante algunos comportamientos “humanos” sin corazón, me da la sensación de que son deseos de no ver la dura realidad. Dudo, como le ocurrió al Primado de Inglaterra. Él se preguntaba por Dios y yo, por el amor, que es lo mismo.
En el homenaje a los muertos en los atentados se cantó Quand on n’a que l’amour de Jacques Brel (el de Ne me quitte pas). La música y la poesía hacen milagros. Escuchándola, recuperé ánimos. Pensé en que ser cristiano, en definitiva, consiste en creer en el darse. Cada uno tenemos nuestra sensibilidad, pero te pongo la canción entera para que puedas repensar cada estrofa, sobre todo a partir de la tercera. A lo mejor te enriquece.
CUANDO SOLO SE TIENE AMOR
Cuando no hay más que amor
para repartir,
en el día del gran viaje
que es nuestro gran amor.
Cuando no hay más que amor
mi amor tú y yo,
para que estallen de alegría
cada hora y cada día.
Cuando no hay más que amor
para vivir nuestras promesas
sin ninguna otra riqueza
que la de creer en él siempre.
Cuando no hay más que amor
para amueblar con maravillas
y cubrir de sol
la fealdad de los suburbios.
Cuando no hay más que amor
como única razón
como única canción
y único auxilio.
Cuando no hay más que amor
para vestir de madrugada
con abrgos de terciopelo
a pobres y malandrines
Cuando no hay más que amor
para ofrecer como plegaria
por los males de la tierra
cual simple trovador
Cuando no hay más que amor
para ofrecer a aquellos
cuyo único combate
es buscar el día.
Cuando no hay más que amor
para trazar un camino
y forzar el destino
en cada encrucijada.
Cuando no hay más que amor
para hablar a los cañones
y nada más que una canción
para convencer a un tambor.
Entonces sin tener nada
más que la fuerza de amar
tendremos en nuestras manos
amigos el mundo entero.